El deseo de confidencialidad y de discreción de las empresas es el principal motivo para contratar los servicios de un detective. Existe el interés en que determinados casos no trasciendan a la opinión pública, ya que podría dañar su imagen. En otros casos, no se confía en que la policía les preste la atención debida, o bien que la lentitud con que funciona la justicia en nuestro país haga que, cuando ésta se pronuncie, el mal para la empresa sea ya irreparable.
El catálogo de servicios que puede ofrecer un detective a una empresa son, por ejemplo:
Marcas falsificadas
Los detectives trabajan también en la localización de las redes de falsificación de marcas o productos, fenómeno muy habitual en los sectores textil, alimentario, cosmético y la industria del lujo.
Primero hay que detectar los lugares de venta de los productos falsificados, que habitualmente son mercadillos o pequeñas tiendas. Desde allí se va tirando del hilo hasta dar con el fabricante. Estos casos se caracterizan por ser frecuentes y no muy difíciles de resolver.
Algunos sectores, sobre todo en alimentación, son muy sensibles a los casos de sabotajes, por la publicidad negativa y la pérdida de ventas que les suponen este tipo de hechos. Por ello, algunas empresas ceden y acaban pagando las cantidades pedidas por los chantajistas. Aquellos actos o amenazas que puedan afectar a la salud pública se consideran delitos y sólo pueden ser investigados por la policía.
La investigación de estos casos contempla dos aspectos principales:
– Determinación del origen. Hay que considerar cuestiones como la periodicidad del sabotaje y su localización física (zonas geográficas, cadenas de montaje, tiendas concretas, etc.). Luego comienza la fase de vigilancia.
– Sospechosos. Descartando que sea una acción de la competencia, existen dos principales sospechosos: empleados que actúan por venganza personal contra la dirección, o bien el profesional del terrorismo alimentario, capaz de envenenar por dinero sin que le importe las consecuencias.
– Medios tecnológicos. La tecnología tiene aquí una importancia decisiva, sobre todo cuando el saboteador pertenece a la organización. Se usan cámaras ocultas y los llamados marcadores de control, invisibles al ojo humano, que permiten identificar a la persona que ha manipulado los envases u otros objetos.
El sector asegurador es posiblemente el mayor cliente de los despachos de detectives. Los casos que les son encargados tienen siempre que ver con siniestros en los que se sospecha que se pretende cobrar indebidamente una póliza:
– Fábricas que arden. Aquella compañía que ha dejado de ser rentable y que tiene escasa viabilidad de futuro y que, por otra parte, tiene contratada una suculenta póliza de seguros. El propietario puede sentir la tentación de prender fuego a las instalaciones y cobrar la indemnización correspondiente.
– Accidentes automovilísticos y autorrobos para cobrar una indemnización. Estos casos son protagonizados de forma muy imperfecta y chapucera. En realidad, no piensan que van a ser investigados y dejan múltiples pistas que conducen al autor.