En la mayoría de los casos las fugas de información dentro de las empresas no se deben a amenazas externas, sino a errores que comete el personal, o bien a empleados con intenciones oscuras dentro de la empresa.
Independientemente de que las organizaciones aseguren sus datos con tecnología, necesitan entender la manera en que sus empleados interactúan con los datos.
De tal forma los encargados de la seguridad informática de las organizaciones deberían observar a la gente, así como protegerse de comportamientos que pueden generar la pérdida de datos o propiedad intelectual valiosa.
Esto último es, quizá, pedir demasiado a los propios responsables de la empresa, ya que el día a día hace que no se puedan llevar a cabo estas labores de observación.
Por ello, es recomendable que, si en tu empresa tienes la sospecha de que la información sale fuera del entorno de la misma, contrates a una Agencia profesional y encargues la investigación del caso. En muchas ocasiones la información sustraida puede acabar incluso en manos de tu competencia, y ya sabes eso de que “la información es poder”…