Por todos es conocida la fama que algunos futbolistas tenían, y algunos aún tienen, de «jugar» mejor de noche en las discotecas que en el propio terreno de juego. El boca a boca cuenta leyendas de jugadores que «vivían» en los reservados de los locales de moda, en teoría lejos de miradas indiscretas, aunque esto no siempre era así.
El tipo de futbolista del que estamos hablando hoy esperaba con ansias el jueves, su día preferido para cenar con amigos y compañeros y después disfrutar de una salida nocturna. Pero, al mismo tiempo, el Club que le pagaba el sueldo se ocupaba de contratar a detectives privados que cubriesen los movimientos y las opciones de «ocio» de las que disfrutaban los futbolistas.
Incluso se ha llegado a comentar que, en clubes grandes, se contrataba una «cuadrilla de detectives privados» que cubrían todos los locales de ocio nocturno importantes de la ciudad. De esta manera se pretendía controlar las acciones de los jugadores más aficionados a la fiesta.
Normalmente, al día siguiente por la mañana, el club solía recibir un informe de las pesquisas llevadas a cabo la noche anterior por el detective privado. En este informe había todo lujo de pruebas gráficas que identificaban perfectamente al futbolista y que hacían inevitable que éste reconociera su error. De hecho, más de un jugador de fútbol era consciente de que los viernes, tras el entrenamiento matutino y justo después de la ducha, le toca una reprimenda del club a causa del comportamiento de la noche anterior.
Los detectives privados, como los de Detectives Cabanach, estamos para conseguir pruebas y lo hacemos siempre dentro de la legalidad vigente. Somos profesionales de la investigación y, por ello, es difícil que, en casos como este del que hablamos hoy o en otros similares, se nos escape algo.